
Blog_Dra.-Paula (102)
Blog de la Doctora Paula
Medica especializa en Medicina Física y Rehabilitación trabaja en el servicio de Rehabilitación del Hospital Universitario de Fuenlabrada
Bébédjia, 17 de febrero de 2025
Hay días como hoy en los que me siento mal.
Me siento mal porque salgo de las habitaciones de los pacientes y me espera una comida completa. Bueno, no una, sino 3. Y a lo largo de la mañana han sido varias las madres que me han pedido comida para ellas, con ese gesto que hacen llevándose los dedos con sus pulpejos unidos hacia la boca para después lanzar la mano al aire como pidiendo una explicación, ademán que en realidad quiere decir “godó” - “no hay” en castellano. Y yo me contento con llevarles una lata de sardinas chadianas (lata que yo no me como porque puaj), como si eso pudiera acallar el ruido que me provoca el malestar.
Me siento mal cuando veo que la mosquitera donde duermen Jolie y Lucas no logra cubrir la cama de forma estanca, mientras que yo soy capaz de arremeter mi crisálida por debajo de mi colchón y tapar los agujeros de la misma con cinta americana.
Me siento mal cuando veo que el mosquito se coló dentro de su crisálida, pero no puedo matarlo porque tengo entre manos algo más urgente… aunque a la vez pienso que igual es más importante que ese mosquito, (que probablemente venga de la habitación de Hawa, gestante de 7 meses con paludismo grave que lleva un rato gritando de dolor), no pique a Lucas y le de la puntilla final.
Me siento mal porque yo tengo relec y ellos no.
Me siento mal porque bebo agua en botella, pero a los recién nacidos de la maternidad sus madres les dan, con sus dedos sucios, agua sucia, que transportan en vasos sucios donde quedan restos de la bouille que ellas acaban de tomar.
Me siento mal porque veo a Jolie casi siempre sola. Porque no encuentra a ningún familiar que le done sangre. Porque su suegra, que se pasea de vez en cuando por la habitación con su dura expresión, nunca coge a Lucas en brazos. Ella lo que quiere quiere volverse a su pueblo que está a 160 kilómetros y a Jolie que le parta un rayo. Y a Lucas. Y el marido de Jolie, missing.
Y esto me remueve porque tengo la certeza de que si yo estuviera enferma como Jolie, ys me habrían transfundido y mi familia y amigos habrían montado un sistema de turnos para que Lucas pudiera estar en la pediatría, con su sonda nasogástrica puesta para poder suplementar las cada vez más escasa tomas que hace, con una analítica hecha y enchufado a un concentrador de oxígeno.
Me siento mal cada vez que ordeño a Jolie. Ella me entrega su seno y yo extraigo con una jeringuilla (a modo émbolo, que vamos perfeccionando el tema) su oro líquido, despojándola de su dignidad, porque no me puedo comunicar con ella para explicarle por qué hago lo que hago. Ella me entrega su seno y yo hago lo que quiero con él, como si por sacarlo por el escote le dejara de pertenecer.
Me siento mal porque a veces no puedo evitar juzgar a las personas que impiden que las cosas vayan mejor.
Me siento mal porque hay cosas que no puedo cambiar y consigo dormir plácidamente.
A Lucas se le va agotando la vida cada hora que pasa fuera de la pediatría. Se le agota la musculatura orofacial y se fatiga cada vez antes. Y me siento mal porque no es suficiente lo que estamos haciendo el.
Y por eso no solo me siento mal, sino que me duele mi bienestar.
Bébédjia, 14 de febrero de 2025.Paula Peña
San Valentín
En el siglo III, un sacerdote Romano de nombre Valentín celebraba bodas de jóvenes en secreto. El emperador Claudio II prohibió estas uniones convencido de que los solteros eran mejores soldados (lo cual era seguramente cierto ?). Claudio se enteró de y ordenó su ejecución el 14 de febrero del año 270 dC. La iglesia lo canonizó (aunque fue “descanonizado” - con otros muchos - en 1969 y “recanonizado” en el 88) y fue reconocido como el patrón de los enamorados. En la fecha de su ejecución se supone que celebramos el amor (aunque en realidad son los comercios los que celebran que el 14 de febrero falleciera el pobre hombre, que gracias a él hacen su agosto).
El caso es que esta mañana, después del pase de visita en la pediatría, he preguntado a los enfermeros cómo iban a celebrarlo hoy con sus mujeres y maridos.
La subida de cejas ha sido para grabarla.
- Aquí esas cosas no se celebran.
Les he explicado un poco las tontadas que se hacen en Europa para celebrar al santo y han flipado.
- “Supongo que será la mujer la que regale al hombre, porque el hombre no tiene sentido que le regale a la mujer. Es ella la que debe estar agradecida a su marido por casarse con ella” - Bruno, el director de enfermería, seguía con las cejas próximas a la teórica línea de implantación del pelo (teórica porque está calvo…).
Abierto el melón, comienza la discusión.
La verdad es que no sé ni cómo he pensado que aquí celebrarían un día así, cuando las relaciones de pareja son tan …¿asimétricas?…en este lado del mundo. Aunque marido y mujer sean sean personas formadas como mis compañeros de la pediatría.
Siempre me ha llamado la atención que las parejas, aquí, nunca se muestran el más mínimo afecto. Sabes cuando una mujer y un hombre son marido y mujer por la forma distante y dura con la que se tratan en público.
A continuación, los bullet points del debate:
- El marido puede casarse con cuatro mujeres legalmente. Aunque claro, siempre puede arrejuntarse con más. De hecho, el padre de unos de nuestros niños del proyecto Estudiar en Chad tiene, desperdigadas por el país, una treintena de mujeres (imaginad el número de hijos). El angelito, que ronda los 70 años y es seropositivo, se va temporadas con cada mujer. Es mejor no ser su preferida (en este caso la masmejoresposa vive en N’Djamena) porque él demuestra su amor volándolas y golpeándolas si se resisten. Nunca ha sido juzgado por ello.
- Aparte de poder casarse con un cuarteto, el hombre puede tener todas las amantes que quiera porque “si las tiene, por algo será” (Pélagie dixit). Según mi amiga, si se va con otra puede ser porque tú no estés en casa cuando tu marido ha vuelto con ganas de sexo. Por supuesto si viajas un mes fuera, lo normal es que el pobre marido tenga que buscarse compañía para ese mes (según ella, cuando yo vuelva me encontraré un pequeño harén en Majadahonda y yo no podré decir ni mu ?).
- En el caso de que sea la mujer la infiel, el marido la echará de casa y la mandará con el amante. Si este quiere adoptarla como mujer extra, la adúltera se queda compartiendo techo con la/las otras y ellas deberán comérselo con patatas. Puedes caerles bien (raro) o te pueden odiar desde el minuto uno (frecuente), en cuyo caso “let the show begin!”. (Los dramas de convivencia entre las esposas da para otro relato) . Por otro lado, si el amante no quiere saber nada de la mujer, ésta se deberá buscar la vida donde pueda.
¿La custodia? Fácil. Niños menores de 6 años: con su madre, que dan mucho trabajo. Niños a partir de 6 años: dan menos guerra y ya pueden trabajar. Con el papá.
- “Si el marido pega a la mujer es porque ésta se comporta como una niña pequeña y se lo merece, no se pega a la mujer de uno porque si”. Y así de pancho se queda uno de los enfermeros después de tamaña afirmación. Causas que lo justifican: no tener la comida preparada, que la casa esté manga por hombro, que la mujer llegue tarde …
En cuanto a las consecuencias legales de las agresiones: nadita. Porque en el remoto caso de que vaya a juicio, el marido le explicará al juez que la mujer no había lavado su camisa favorita y que venga Dios y lo vea si esto no es una causa mayor. Culpable: la mujer.
- Si una mujer muere embarazada o durante el parto o posparto inmediato, el culpable es el marido (que no digo que esto sea justo) salvo que éste convenza al jefe del cantón que la finada ha sido víctima de un acto de brujería. La pena máxima en el caso de que se le considere culpable: le encierran un mes en su domicilio.
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San Valentín, desde el cielo, mira horrorizado el panorama.
En fin. Que aquí ni se comprende ni, por supuesto, se celebra el día de los enamorados…con lo fácil que sería aparecer con una flor recién cortada o abrazar a tu pareja hoy. Yo lo he dejado caer.
Mañana veré si mi propuesta subliminal ha sido, al menos, valorada ;).
Para compensar (siempre compensando, que si no no se puede) mi querido Javi nos ha preparado una fiesta de San Valentín. Nunca falla el tío. Ha colaborado en la organización del evento el flamante traumatólogo, Nico, que probablemente todavía está alucinando con el despliegue creativo de Javier. Este planea todo en Madrid, compra los gadgets necesarios y organiza una fiesta temática para arrancar buen rollo y sonrisas al personal. Cupidos y globos, collares, pegatinas, pinzitas de corazones, embutidos y vino. Éxito de crítica y público. As usual.
Además (last but not least), hoy hace 88 añazos nació la mujer a la que más admiro en este mundo: mi madre.
Así que, aunque todavía removida por el debate, hoy estoy de celebración y muy feliz, porque puedo seguir cogiendo el teléfono para escuchar su voz. Y oírla esta mañana (somnolienta - que aquí la menda se ha olvidado de que la vida arranca antes en Chad), ha sido el mejor regalo de San Valentín que una puede esperar.
Os mando un abrazo lleno de am♥e desde mi crisálida Blanca
Pero feliz, muy feliz de estar aquí, en mi otro lugar en el mundo.
Dra. Paula PeñaBébédjia, 16 de febrero de 2025
Dimash kara (domingo uno)
Los sábados, en teoría, son para barrer, porque así se llama este día en ganbae: ndoh balé.
Nosotros el sábado trabajamos, o sea que el “balé” lo hacemos en dimash.
El dimash mola mucho aunque toque un poco de “balé”, fundamentalmente porque es el único día en que no suena el despertador.
Hoy hemos amanecido con 34 grados (fresco para aquí), y cada uno ha ido a su ritmo con el balé, el desayuno y el lavado de ropa.
Para este Dimash teníamos programado un viaje a Doba a ver a los huérfanos que están en internados, pero antes ha habido tiempo para ir a ver a Lucas, pesarlo (10 gramitos ha ganado), mirar embelesada cómo mama, estrujar el seno de su madre para ordeñar, gota a gota, 5 ml más de oro líquido (el pesado post toma no ha sido para tirar cohetes) y dárselo con el método jeringa-dedo hasta que se ha quedado KO.
Jolie ha dormido bien pero sigue con muy anémica y débil. Le divierte que vayamos a ver a Lucas, aunque la sonrisa a menudo va seguida de una sutilisima mueca de “ya viene la nasara a martirizarnos”. Y no me extraña.
Dimash es también el día de reflexión sobre la semana vivida, y me he dado cuenta de que no os he presentado el equipo.
Javier, el alma de enganchados y actual presidente, es el jefe de misión. ¿Qué os voy a contar de este personaje que no os haya contado otros años? Vital, intenso, divertido, generoso y currante. Nuestro papá aquí. Un lujo de compañero de batallas.
Carmen, anestesista veterana, ya conocía Chad porque ha impartido clases en la facultad de medicina de Le Bon Samaritain de N’Djamena, de donde proceden la mayoría de los médicos chadianos que trabajan en Saint Joseph. Docente maravillosa, perfeccionista y aventurera, se ha adaptado a nuestro ritmo sin problemas. Imparte clases 3 días a la semana que se prepara con dedicación cuando se enciende la luz de la chambre.
Cristina, antaño enfermera, ha pisado, por fin, tierras chadianas. Y digo por fin porque desde 2018 coordina nuestro proyecto de apadrinamientos Estudiar en Chad con un amor que solo surge cuando pisas el terreno y le pones cara y nombre a la enfermedad y la miseria. Lo conseguido con este precioso proyecto se lo debemos a la ilusión que pone a todo lo que hace por estos niños que son, un poco, hijos suyos. Además, para mí está siendo un lujazo conocerla un poco más. ¡Qué mujer tan luchadora! Una gozada viajar con ella.
Sara, enfermera en UCI en Málaga. No sé qué contaros de esta pedazo de mujer de Andújar que tanto salero le pone a absolutamente todo lo que hace. Está disfrutando y viviendo todo con una intensidad (la frustración también, no os creáis) que me recuerda a mi primer viaje en 2017. Vital, cariñosa, trabajadora, cachonda. La más joven del grupo es un regalo para esta misión. Y yo creo que he encontrado una amiga para toda la vida.
Nico. Traumatólogo en Alicante. Aquí hice trampas porque yo ya quería a este hombre antes de que viniera a Chad. Amigo fraternal de Jon, sabía perfectamente que iba a integrarse en el grupo y en el hospital a pesar de las condiciones de trabajo (condiciones espantosas para una cirugía como la ortopédica que requiere tanta limpieza y esterilidad). Ha acogido y aceptado los medios de que disponemos aquí y con un sentido común (y del humor) admirable ha visto esta semana (y operado) a una ristra de pacientes nada (pero nada) fáciles. Agradecida inmensamente a su mujer, Eva, por prestármelo este mes.
Hemos adoptado también a la todavía más joven Giuditta, matrona en Florencia, a la que le está costando aceptar cómo se hacen las cosas aquí (hay todavía mucho que mejorar). Es cierto que su juventud no ayuda, y las matronas de aquí no acogen bien (o no acogen, más bien) sus comentarios sobre cómo cambiar algunos procedimientos en la maternidad, por el bien de la madre y del niño. Yo si que estoy aprendiendo cosas con ella, así que estoy encantada. Inicialmente iba a quedarse 4 meses en Saint Joseph, pero ha decidido adelantar la vuelta y viajar con nosotros. Ça va aller.
Y aquí me tenéis a mi. Con un trancazo de aúpa (el típico de la primera semana, que la siguiente toca la gastroenteritis ) pero feliz, muy feliz de estar aquí, en mi otro lugar en el mundo.
Bébédjia , a 13 de febrero de 2025
Cuando vine por primera vez a Saint Joseph, nadie sabía para qué servía un médico rehabilitador. La mayoría ni sabía que mi especialidad existía (o sea, como en España pero un poco peor ?).
El caso es que en 2017 Sor Elisabeth debió pensar que por dedicarme al tema osteoarticular, yo debía de ser una persona habilidosa y me encargó mi primer reto: montar una bicicleta estática entera. La caja estaba llena de piezas de todos los tamaños. Las instrucciones, en chino. Y yo, que jamás he sido capaz de armar un lego (más allá de apilar las piezas para construir los 4 muros de una casa) fui ensamblando la cosa con éxito. ¿La suerte del principiante trabajando bajo presión?Probablemente. Pero ellos no lo sabían y, desde entonces, me traen todo tipo de aparatos para que yo los repare.
El año pasado me entregaron unos monitores y un concentrador de oxígeno que habían dejado de funcionar. Externalicé el tema de los monitores (que tiene su mérito, ojo…llevaban casi un año como meros elementos decorativos y a NADIE se le había ocurrido meterlos en una bolsa y llevarlos al de mantenimiento) pero me lié la manta a la cabeza con el tema del respirador y… voilà! Chisme funcionante.
Desde que pisé la pediatría este año me persigue Pelagie (la jefa de enfermería de pediatría) para que le monte un aspirador rústico que alguien les regaló. Ellos lo habían intentado sin éxito. Aparentemente no debía tener gran misterio: unos tubos, unos filtros tipo yoyós aplastados, un vaso grande y un pedal que mueve una especie de estructura que debe conectarse a un manómetro. Muchas menos piezas que la estática china.
He encontrado unas instrucciones con la letra de tamaño similar a la de los ingredientes de un paquete de galletas lleno de colorantes y “E”s que nadie quiera que leas (bendita cámara del móvil) y, a bote pronto, no faltaban piezas.
He empezado a meter los tubos en los diferentes pitorros mientras divertido, me observaba Vincent, uno de los enfermeros más apañaos. Todo cuadraba más o menos salvo por cierta holgura de el tubo más grueso y que me sobraba un pitorro. Mete aquí, prueba así, tapa este agujero, llena el vaso, adapta una sonda, dale al pedal y……NADA.
Busca un tutorial o una foto mejor en internet…NADA.
Dale al pedal, quita agua, pon agua…NADA. El manómetro, muerto.
Llegados a este punto he pedido ayuda a Sara y a Carmen quienes me han confirmado que ellas lo habrían hecho exactamente igual. Hemos lanzado un mensaje de socorro a un chat de 444 cooperantes y, mientras esperaba respuesta, he seguido dándole al pedal y añadiendo y quitando agua al vaso, que mi madre es de Aragón y yo algo habré heredado.
De repente, aquello ha empezado a funcionar, no entiendo muy bien cómo ni por qué. Abrazos, risas, fotos y, para mi desgracia, mis compañeros siguen pensando que formo parte del increíble grupo de seres humanos mañosos.
¿Siguiente reto?
Bébédjia, 12 de febrero de 2025
Los sin nombre
Son sin nombre los recién nacidos hasta que han conseguido sobrevivir, al menos, una semana.
En ocasiones son sin nombre hasta que cumplen un mes o, incluso, unos años.
Hasta que deciden ponerles nombre, se les identifica con el apellido del padre.
Los dos sin nombre de ayer están sanos. Comen, duermen y no tienen fiebre. Altables a lo largo del día. La nasara les ha puesto nombre. Ellas ríen y quién sabe si los mantendrán. Adiós, Juan y Martin. Os deseo una bonita vida.
Pero la felicidad no acaba aquí. Hoy ha nacido un sin nombre muy especial.
En 2019 paría con complicaciones una niña de 12 años llamada Issa. Rocío, la ginecóloga, salvó a la madre y a la bebé. La madre era demasiado pequeña, tenía malaria y una anemia grave. La bebita era prematura y sufrió mucho durante el parto. Tuve la suerte de participar en su reanimación y, después, pude tenerla en brazos para darle calor. Eso compensó el shock de pensar la barbaridad que suponía que una niña de la edad de mi hija estuviera en ese paritorio, pálida, sufriendo, sudando, y sin emitir un solo gemido de dolor.
Fue una alegría encontrarme a las dos, vivas y coleando (y con buen aspecto) en la unidad de pediatría de Saint Joseph en 2022. Alegría porque las dos estaban sanas y acompañando a una sobrina ingresada por malaria (que salió adelante).
Ayer Issa ingresó de nuevo, embarazada a término y con trabajo de parto. Delgada, pálida, sudorosa y con cara ya no de niña, sino de mujer. Su marido ya debe rondar la cuarentena. Y ella, con sus 19 años recién cumplidos, hoy ha dado a luz a su tercer hijo (me he perdido un parto por el camino). Su primer varón ha nacido precioso aunque un poco atontadillo. Aun recuerdo cómo Sor Elisabeth pasaba la planta, animando a las madres (en árabe o nganbae) a dar de mamar mientras estrujaba esos sensibles pezones hasta que conseguía el objetivo…
Issa y su hijo sin nombre (aunque ya le he dicho a la madre que el pequeño tiene cara de Ousman) van recuperando color y calor. Le hemos regalado un jerseicito tejido por nuestras modistas solidarias y ellas me han compensado dejándome al rorro un buen rato.
Rodeada de su madre, hermanas y sobrinas, la habitación parece un óleo colorista que ojalá pudiera enmarcar. Me lo guardo en uno de mis botecitos virtuales que tanto me gusta llenar.
He pensado que qué suerte que haya tenido por fin un hombre, pero en realidad no siempre es la opción preferida. Un hombre puede trabajar duro en el campo, con el ganado o, en el caso de los árabes, en el comercio. Pero por una mujer se recibe una dote, y eso a veces vale más que un buen trabajador. Pero ojo, que si la mujer es estéril, la familia deberá devolver esa dote (dote que, por supuesto, ya se habrán pulido hace tiempo).
Si la mujer muere y el marido todavía no ha pagado la dote, se le encerrará en la casa al menos un mes, ampliable si no salda las cuentas con la familia de la finada.
Qué suerte, al menos, para ellos, los tres sin nombre, porque no tendrán que sufrir el machismo extremo de esta sociedad. A las mujeres las casan cuando empiezan a ser fértiles (entre los 12 y 15 años, en el mejor de los casos). Una vez dado el pistoletazo de salida, tu valor lo determina lo fecunda que seas.
Las mujeres estériles son repudiadas (porque, por supuesto, nadie intentará averiguar si el estéril es el marido).
Cuántos más hijos tengas, mejor. Poco importa que puedas alimentarlos.
Poco importa que mueran. Tú has parido luego vales. Y como la poligamia está legalmente admitida, el riesgo de contraer el VIH o cualquier otra enfermedad de transmisión sexual es altísimo. ¿Cómo intentar que las mujeres utilicen métodos anticonceptivos si ellas están en este mundo para procrear?
La esperanza de vida de las mujeres en Chad es de 54 años. Y es terrible porque aunque superen esa edad, ya han muerto un poco para la sociedad por el simple hecho de entrar en la menopausia.
Así que puede ser más rentable para las familias tener niñas, si. Pero si tienes un varón sabes que que tiene muchas menos posibilidades de sufrir. Y eso vale mucho más que unos cientos de miles de francos centroafricanos.
Bébédjia 11 de febrero de 2024
La Journée mondiale du Malade
¿Hay mejor día para estrenarse?
Hoy es el día mundial del enfermo, y nuestro hospital está bastante tranquilo.
En la pediatría solo hay 17 pacientes ingresados. Jamás había visto la unidad tan vacía!Una ya no sabe si eso es bueno (porque realmente los pequeños no están enfermos - tengamos en cuenta que es época baja de malaria-) o malo (puede que las madres, sencillamente, no traigan a sus hijos al hospital para ahorrarse el viaje y el coste del ingreso). De cualquier forma, solo hay 17, y, afortunadamente, ninguno con secuelas de malaria cerebral. Mi estreno está siendo apacible. Y menos mal, porque el reloj me ha vuelto a decir que he dormido, un día más, de pena.
La maternidad está parecida. Durante la mañana y la primera parte de la tarde solo se han atendido 3 partos. 2 varones sanos y un mortinato de 2,5 kg.
Por lo general, las mujeres no realizan seguimiento de sus embarazos. Por eso no es infrecuente que se diagnostiquen espinas bífidas o que se objetive que el corazón del feto no late en el mismo día del parto.
La mujer que ha perdido esta mañana a su hijo había perdido, previamente, otro en las mismas circunstancias. Y aún así, nunca vino al seguimiento. No ha derramado ni una lágrima, reacción habitual aquí cuando se pierde un hijo recién nacido. No olvidemos que mueren muchos (y al dolor uno se acostumbra) y que, para algunas etnias, el que muera un bebé recién nacido (o que haya muerto en el vientre materno) es, simplemente, un mensaje de un antepasado para la familia. Una vez que uno del clan se da por aludido (mensaje recibido), el pequeño puede morir.
- ¿Y qué hacen con el chiquillo?-Me chifla cómo canta Sara, (nuestra enfermera voluntaria, de Andújar) cuando pregunta las cosas….
Pues al chiquillo lo envuelven en un par de paños y se lo llevan a su casa donde, previsiblemente, lo enterrarán, aunque por tratarse de un recién - no- nacido no se le hará un funeral (no hay funerales para niños, mujeres estériles o discapacitados en esta región) pero tampoco se le podrá llorar. Ni a escondidas. Y de ahí la aparente asepsia de la mamá.
En realidad, todo el proceso del parto y posparto es muy diferente al nuestro. Hay poca (nula) comunicación con las madres y el objetivo es que todo se desarrolle en el menor tiempo posible. Episiotomía, maniobra de Kristeller, ventosa, alumbramiento acelerado (con la necesidad posterior de legrar a la mujer) y corte del cordón precoz. Pim-pam -pum y el niño, entre paños, se traslada a la cama vacía (que ocupará su madre) y se le deja solito en ese espacio inmenso y frío. La tía y la abuela mirándolo desde arriba. Nada de piel con piel o puesta a mamar inmediata.
Y ahí lo he visto, comiéndose su puño, y he tenido la suerte de tenerlo entre mis brazos hasta que he decidido que ya era hora de entregárselo a su familiar (que me lo hubiera quedado para siempre) con la esperanza de que ella siguiera abrazándolo hasta que su madre saliera sin placenta y suturada del paritorio. Mi dream no ha come true y el pequeñajo (al que en mis adentros he bautizado con el nombre de Juan) ha vuelto a la casilla de salida.
Aquí aceptas o mueres. Así que he aceptado y he vuelto a la pediatría para ver al grupo de la Escuela Católica de Bébédjia traer sus cantos, un jabón y una bolsita con comida a cada una de las familias. Y he empezado a conocer a las madres y a sus aterrorizados hijos.
La cirugía tampoco está al completo, pero Javi ha estado operando con los doctores Djasroel e Israel toda la mañana. Y Nico (traumatólogo y amigo), también se ha estrenado.
He logrado escaparme a ver a Cristina y a los huérfanos del programa. Ellos también nos han hecho bailes de bienvenida. Y nos han abrazado. Y han flipado con todo el material Del Real Madrid que ha traído la supermadrina. Pero esto da para otros dos relatos completos ?.
Vaya, que ha sido un día tranquilo pero con actividad constante, de reencuentros y abrazos, que ha terminado con la misa de los enfermos en nganbae (2 horitas con la caló, pero qué colores tan bonitos y cómo cantan las del coro…).
A los que habéis leído hasta aquí: gracias y enhorabuena!! ?
A todos: mañana más. Un abrazo desde mi crisálida
Bébédjia, 10 de febrero de 2025.
Con mis ojos.
Con mis ojos he visto tráfico denso en N’Djamena. Y eso que el precio de la gasolina no para de subir.
He visto a Sor Erika en el centro de acogida, y gracias a esta Diosidad, nadie ha tenido que ir en bus, porque nos hemos repartido entre la Toyota del Centre de Handicapés (donde ella trabaja) y la Toyota de Saint Joseph.
Con mis ojos también he visto la carretera parcialmente asfaltada. Ya solo quedan unos 60 kilómetros de pista, e incluso ésta está pisada, así que el camino se ha hecho muy llevadero. Nada que ver con los cráteres que teníamos que esquivar (o en los que teníamos que entrar) años pasados.
Mis ojos han visto en el camino un par de gasolineras que parecen occidentales. Con tiendita y aire acondicionado dentro. Incredibol. Y, al llegar a Bébédjia, la vieja gasolinera que permanecía cerrada (de hecho no recuerdo haberla visto abierta nunca) se erige orgullosa y reluciente en la esquina de la “Gran Vía” de nuestra ciudad.
He visto como las habitaciones para los cooperantes han pasado por chapa y pintura.
Bueno, más pintura que chapa, que mi ducha sigue haciendo aguas y mi puerta no cierra…
Pero no solo he visto con mis ojos. Lo bonito de viajar con personas que pisan por primera vez estas tierras es que puedo ver, con sus ojos, cosas que yo dejé de ver por “acostumbramiento”.
Siempre pensé que debería estar prohibido acostumbrarse a lo bello o al dolor…
Con sus ojos he visto el río Chari que discurre con caudal bajo por la capital. Las mujeres de ébano esbeltas y elegantes, cargando a sus espaldas preciosos niños y en la cabeza todo tipo de mercancías para vender.
He visto la tierra que va adquiriendo tintes rojizos conforme avanzamos hacia el sur.
Con sus ojos he visto niños uniformados corriendo en los márgenes de la carretera, he visto dos hombres y dos cabras compartiendo el asiento de la motocicleta, he visto árboles de mango y las acacias que se abrazan formando un túnel verde en la entrada de Bébédjia.
Hemos llegado sanos y salvos tras 10 horas de carretera (increíble teniendo en cuenta de que el conductor de Handicapés conducía como si huyera de unos sicarios)…
Mamá, duerme tranquila.
Paris, 9 de febrero de 2025
Superada la primera fase del viaje.
Superada a pesar del (indecente) madrugón, de las 24 maletas y 6 bolsas de mano, del tamaño de mi samsonite (que, claramente, superaba las dimensiones permitidas para el equipaje de cabina) y de el adelanto de el vuelo que ahora nos llevará a N’Djamena.
Nos dice el director que Jean Paul ya nos espera en el centro de acogida y Amaia (de la UE) ha prometido sacarnos a cenar.
Probablemente estaremos incomunicados y hasta dentro de 1-2 días. Ne vous inquiétez pas!
Un abrazo a todos desde el asiento 27G.
Madrid, a 26 de febrero de 2024
Hoy tocaría contaros que entrábamos en la última semana de trabajo en Bébédjia.
Que ya hicimos las formaciones y que nuestros compañeros estuvieron atentos y felices, sobre todo al recibir su título y al compartir comida y bebida al terminar.
Que lamentablemente tanto Mahamat como uno de los recién nacidos que ingresaron antes de nuestra vuelta se unieron al grupo de pequeños pastoreados por mi padre.
Que la pequeña de 10 años que se cayó a un pozo y tuvo una lesión medular evolucionaba bien desde su traslado al centre de handicapés, pero que Mabel les dio permiso para marcharse a su casa el fin de semana y hoy volvió ulcerada e hinchada como un globo, así que ha tenido que reingresar en Saint Joseph.
Que el edificio de la tuberculosis ya tiene todos los retoques hechos, y que pronto empezarán a construir el muro que delimitará la nueva zona donde atenderemos a los pequeños del proyecto Estudiar en Chad.
Que aún no me han traído a Marie, la hermana de Beau Claire, y que espero que nuestra súper matrona Deo sea capaz de avisar a su tía (y ahora madre) Irene para que pueda ver cómo ha crecido la hija de mi querida Blanchie.
Que cada día hace más calor.
Que todavía me quedan por ver a alguno de los ahijados de Estudiar en Chad y a otros tantos del programa “exclusivo” (o, más bien, inclusivo) de discapacidad, como a Mbay, Roland, Juskar, Bernardin, Orianne, Charlotte, Sergine y Severine.
Que estamos preparando la cena de despedida para el jueves, y que habrá jamón, cecina, tortilla de patata, sardinas con tomate, ensalada, pollo con couscous, cerveza, vino y sangría.
Que nos cuesta aceptar que queda un año para volver a ver a compañeros, misioneras y niños.
Y que, aún así, estamos deseando darnos una ducha caliente, lavarnos los dientes con agua del grifo, tomar leche de verdad (y yogur, y chocolate…), encender la luz cuando nos dé la gana y abrazar a los nuestros.
Bébédjia, febrero de 2024.
MAMÁ GRÂCE
Mamá Grâce solo tiene 11 años y lleva ostentando ese título desde antes de los 8.
Su madre, díscola y enferma, viene y va desde que ella tiene uso de razón. Y cada vez que viene, lo hace con el vientre henchido.
La benjamina de esta saga, de unos 16 meses de edad, tiene un retraso psicomotor cada vez más evidente y quién sabe si llegará a hablar.
Aunque Grâce es la tercera de 7 hermanos, siempre ha sido la responsable de este pequeño clan.
Mientras su madre se marchaba durante semanas en busca de afecto.
Mientras la hermana mayor huía imitando a su madre.
Mientras su hermano (el segundo) vivía con la abuela en la aldea, ayudando en las tareas del campo.
Mientras sus tres hermanos pequeños vagaban, descalzos, por los caminos de Bébédjia. Con sus pies sucios y desnudos y con sus tripas bien prominentes como cualquier malnutrido lleno de gusanos que se precie.
Mama Grâce ha sido responsable, desde los 7 años, de que sus hermanos tuvieran algo que llevarse a la boca durante los periodo sin adulto, de que durmieran bajo techo y de comunicar a las hermanas cuando había un problema.
Tiene carácter mamá Grâce. Y está cansada. Cansada de asegurarse de que sus hermanos, más mayores ahora, tengan su uniforme listo, hagan sus deberes, no se metan en líos. Porque son tela marinera los 3 que la siguen. Afortunadamente la cuarta viaja sobre los lomos de su madre, y cuando la madre desaparece, también lo hace la benjamina.
Se queja a las hermanas.
- ¡Ya no puedo más!- les dice.
Y las hermanas hacen lo que pueden para aliviar su pesada carga.
Y a pesar de que está agotada, una le roba estas fotos que sacuden y frustran y hacen feliz, todo a la vez.
Porque Mamá Grâce no ha tenido infancia, pero al ver su sonrisa queda claro que le quedan restos de esa feliz inocencia que ojalá nunca le hubieran robado.
Más...
Bébédjia. Febrero de 2024.
Sentiments cachés
En Chad todos los sentimientos se contienen.
Bueno, no todos.
Los niños no son capaces de contener el terror que les produce ver un nasara de carne y hueso aproximarse a ellos. Les dijeron que el demonio es blanco y apareces tú con tu rostro pálido saludando efusivamente, con el típico canturreo ibérico que utilizamos cuando nos relacionamos con los niños. Resultado: llanto cuasi inmediato, giro de 180 º, inicio de carrera (cuando la mayoría están dando sus primeros pasos), caída al suelo a los dos segundos y agravamiento del llanto, que se vuelve inconsolable. Relación rota antes de iniciarse.
Por el momento, ningún niño de la pediatría se me acerca con curiosidad. El otro día tuve un amago de amistad con un niño de unos 3 años a quien le lancé un balón de playa de los que siempre me traigo. Tímidamente comenzó a darle pataditas y yo se las devolvía. Todo apuntaba a que terminaría por aceptarme cuando un golpe de aire desvió la trayectoria del ligero balón y acarició la tripa del niño, roce que debió sentir como si un delantero de rugby te hace un placaje en alguna final. Como podéis imaginar, aquello acabó mal, con 15 minutos de llanto continuado (con matices de grito) acompañado de un coro de risas de todas las madres de la pediatría.
En fin.
Creo que el miedo es, pues, la única emoción no disimulable.
Se esconde el amor de pareja. Jamás verás a un hombre y una mujer de la mano (ojo que los hombres si se dan la manita), o dirigirse el uno al otro con cariño o cercanía. Nunca un beso en público. Jamás. Aunque sea en la mejilla.
El otro día lo hablaba con mi compañero Stany. Vino su mujer a recoger algo a la pediatría y el, sin darse la vuelta para mirarla, fue a por lo que ella había venido a recoger y se lo entregó sin mediar palabra, sonrisa o ademán de complicidad. Le pregunté si estaba enfadado y él se rió. En público la pareja se relaciona así. No hay otra manera. La pobre nassara, que no entiende. Escandalicé a todos cuando les expliqué nuestro modus vivendi e incontinencia en lo que se refiere a expresar nuestros sentimientos en España. Nos ven como salvajes. Literal.
Por lo general, tampoco se muestra el cariño a los hijos. No hay besos o caricias. No hay abrazos. Hay gestos asociados a acciones concretas: dar de mamar, amarrar al bebé a la espalda, despiojar…pero son gestos estériles, sin ninguna connotación asociada. Hubo un padre que me rompió los esquemas allá por el 2018. Narcise, el padre de el pobre Beau Claire, el marido de mi amiga Blanchie, la mujer que coprotagoniza mi foto de estado y que falleció en el 2020. Narcise sonreía a sus hijos (incluso a Beau, que quedó con grandes secuelas neurologicas tras una malaria cerebral), jugaba con ellos, les abrazaba con ternura. Anecdótico.
No lo he vuelto a ver, ni a él ni a Beau, a quien se llevó a Mondou dejando atrás a la pequeña Marie, encasquetándosela al hermano de Blanchie y desapareciendo definitivamente de la vida de la familia de su difunta esposa.
Aquí yo me encargo de romper esas barreras con los más pequeños. Abrazo a mis niños y les beso la mejilla (bueno: no a todos. A Marie Claire, Sadia y Valentina, que el resto se cortocircuita). Los elevo por los aires y juego con ellos. Les acaricio las tiñosas cabezas con ternura y les limpio los restos de comida de la boca.
Los niños del programa de apadrinamiento han crecido recibiendo eso: amor explícito, sin decapitar. Y aunque fuera del recinto de la APMS se comporten como el resto de los Chadianos, espero que de puertas hacia dentro no les asuste demostrar el afecto, el cariño o el amor a las personas que les rodeen.
LOS PARIAS
En Chad, papá, se celebra la muerte más que la vida.
Los nacimientos no se celebran. Se sufren.
Los cumpleaños no se celebran. Pocos saben qué día nacieron.
Pero la muerte, la muerte se celebra por todo lo alto. Tanto, que vienen familiares desde todos los puntos del país para llorar al finado. Hay que celebrarlo tanto que una muerte puede arruinar económicamente a una familia entera. Pero eso no importa. Lo importante es que la gente llore y coma. Todo el mundo tiene 3 días de permiso para ir a los funerales porque, quien no va, puede ser considerado como responsable del fallecimiento del familiar.
Ahora bien, no todo el mundo es merecedor de semejantes funerales.
Son dignos los que han cumplido con el ciclo de la vida, los que han tenido hijos y han muerto a una edad avanzada (que aquí puede ser a partir de los 40) con todas sus extremidades intactas. Si, si. Sin amputaciones de por medio.
Los indignos no merecen homenajes. La muerte de los parias se convierte en un proceso a liquidar lo antes posible.
Un recién nacido que muere es en realidad un ancestro reencarnado en el pequeño que quiere mandar un mensaje de advertencia a la familia. El destinatario del mensaje sabrá que es a él/ella a quien va dirigido y, cuando esto suceda, el infante, mero vehículo hecho carne, morirá. A estos niños no se les puede llorar. La familia cavará un agujero donde sea y allí lo meterá para cubrirlo de tierra rojiza antes de que termine el día. Cuando me enteré de esto pensé en mi hermana, Sara, a quien siempre he considerado mi ángel de la guarda. A pesar de su corta vida, la amasteis y seguramente llorasteis durante años mamá y tú, aunque nunca quisisteis transmitirme vuestra pena.
Cualquier otra persona que fallezca antes de haber cumplido con el ciclo vital (superar la infancia y tener hijos) es indigno.
Se le enterrará también rápidamente sin funeral previo, aunque será preciso clavarle unos pinchos en las plantas de los pies para que no vuelva jamás a caminar por esta tierra.
Una persona amputada es doblemente maldita, por un lado porque es un discapacitado y por el otro porque no se puede celebrar el funeral de alguien que al que le falta una extremidad por considerar que está incompleto. Salvo que ya sea viejito. Ese ya ha cumplido y se festeja, aunque un poquito menos. Con razón la mayoría rechaza esa técnica quirúrgica a toda costa, aunque se jueguen la vida al hacerlo…
Los discapacitados de cualquier otra causa son malditos también, al igual que las mujeres que no han tenido descendencia (poco importa si era el marido el infértil). Todos ellos serán enterrados con los pinchos en las plantas de los pies y, en el caso de las mujeres, boca abajo.
El ancestro de la familia del prematuro que falleció hace unos días fue diligente con la transmisión del aviso. La madre no lloró. Por lo menos se fue sin pinchos en sus diminutos pies.
PD: dale un abrazo enorme a Sara y dile que es un privilegio haberla tenido allí, velando por mi, desde que nací (aunque casi hubiera preferido poder pelearme por la ropa con su versión terrenal).
Bébédjia- N’Djamena, 15 de enero de 2024
Pues bien.
Asumida la vuelta, la noche anterior invitamos a misioneras, equipo médico y al director a nuestra habitual fiesta de despedida. Había sorpresa incluida como no podía ser de otra manera cuando uno viaja con Javi. Collares de corazones, luces led, la palabra LOVE purpurinada sobre la mesa y globos rojos que se suponía que debían adoptar forma de corazón (pero que en realidad parecían mamas infantiles). Había que celebrar que estábamos juntos y que por fin viajaríamos a N’Djamena 4 personas y el conductor.
Hasta el último minuto tuve la esperanza de que así fuera peeeeeero….nuestro director decidió acompañarnos así que, una vez más, compartí asiento delantero de la Toyota. Nos acompañó él y 3 hermosos pollos metidos en una caja con agujeros sobre las maletas.
Javi y yo nos miramos. ¿Correrían estos mejor suerte que los pollos que llegaron cadáver (y mi-cuit) en aquella vuelta a N’Djamena de 2019?
Hasta el último minuto también mantuvimos el estrés, porque el coche que debía llevarnos a N’Djamena amaneció el miércoles con la caja de cambios caput. Papá, ahí inteviniste seguro, porque no daba yo un duro por que llegara Jean Paul a Mondou al taller y que fueran capaces de arreglarlo antes de que cayera la noche.
El viaje, igual de terrible que siempre. Bueno, un poco menos porque salimos antes de las 7 de la madrugada (despertador 5:15 mueero) e hizo menos calor.
Y aunque físicamente fue algo menos agotador, pasamos más tensión que nunca. En Chad hay una verdadera crisis de carburante. Sencillamente no hay. A ver, hay gasolina para las motillos en los puestecitos donde venden litros sueltos en botellas recicladas de agua, pero mucha está adulterada o muy sucia, y va acabando con los motores. El Diésel para las Toyotas es otra cosa. O lo encuentras en una gasolinera de verdad, o estás vendido. Y si le compras un par de bidones XXL al comerciante de confi, puede que te quedes sin Toyota. Ya han tenido que llevar la del hospital un par de veces al taller por este motivo pero es que NO HAY gasolineras con combustible hasta encontrarte a 20 kilómetros de N’Djamena.
El caso es que íbamos por Kelo y ya estábamos con medio depósito. Fuera aire acondicionado.
Cocínate mientras intentas desesperadamente no caerte sobre el conductor en los baches.
En Bongor paramos en el puesto favorito de Jean Paul. Y tu, papá, que a la ida tampoco te habías fijado mucho porque estabas absorto mirando la cantidad de basura que hay por todos los lados, por fin te percataste de la guarrería del sitio. Las carpas y los pollos en el mismo puesto, con sus moscas volando alrededor, y el fuego (artesanal) que calienta el aceite que está friendo todo a la vez debajo del mostrador. El bidón con grifo a la derecha. El jabón en la parte superior. Tu cara: un poema. Reconoce que emplatado la cosa pintaba mejor y que te tranquilizó que yo no mojara el pollo o la carpa en la salsa líquida.
Después de la comida, reanudamos el camino con la misma tensión y una imagen que nunca olvidaré me sacudió más que los enormes socavones del camino. ¿Recuerdas? Había un pequeño animal atropellado en la “carretera” (de lo destrozado que estaba era imposible adivinar la especie) y unos niños, agachados en el margen de la carretera, esperaban, ansiosos, a que pasáramos para poder agarrar lo que quedaba del bicho y comérselo.
Ese es el nivel de hambre que hay. No quiero ni pensar cómo va a ser la época de lluvias. El año pasado llovió mucho menos de lo normal y apenas hay arroz. Hay mijo, pero el que no haya comprado hace unos meses que estaba más barato, no va a poder permitirse comprar el mijo cuando el precio se ponga por las nubes.
Sacudida física y psíquicamente.
Desde nuestra salida nos paramos en todas las gasolineras del camino para ver si había diésel. Nada.
A 50 kilómetros de N’Djamena ya estábamos en reserva y aquí no hay grúas.
Por fin, a unos 20 km de la capital pasamos por dos gasolineras con muchísima cola. De la primera nos fuimos porque entendimos que con la cola que había, pasaríamos la noche esperando. En la segunda (con infinidad de motos y camiones esperando), tras un posible “unte” del director a unos de los señoros de la gasolinera, conseguimos llenar el depósito tras una hora de espera.
Y así va el país. Hambre, refugiados de Sudán, República Centroafricana, Níger, Nigeria y Camerún (los 3 últimos en la zona del lago Chad) y crisis de combustible a pesar de ser un país productor en un contexto preelectoral (3 años después del asesinato de Idriss).
Algo más de 10 horas de viaje, sanos y salvos aunque tocados y nerviosos porque se iniciaba ahora la ronda de llamadas que anunciarían el prematuro regreso.
Y de fondo, más alto que nunca, se escuchaba la “adhan” (llamada a la oración desde la mezquita) que volvería a despertarnos a las 5 de la mañana.
Bébédjia, 14 de febrero de 2024
Duele
Duele no poder hacer más. Duele no saber hacer más con lo que tienes. Duele quedarse sin tiempo para hacer más.
Duele cada muerte, duele cada vida que tú sabes que se va.
Duele cada persona nueva a la que empiezas a amar aquí.
Duele cada abrazo que sabes que mañana no darás y cada conversación que no ocurrirá.
Duele cada mujer maltratada, violada, vejada.
Duele cada niña embarazada, cada infancia robada.
Duele cada discapacitado ignorado, odiado, temido.
Duele cada bebé quemado, cada niño abandonado, cada huérfano esclavo.
Duele ver a un grupo de niños esperando a que acabes de comer por si sobra algo.
Duele cada cabeza tiñosa, cada herida infectada, cada tripa hinchada.
Duele la falta de educación, de infraestructuras, de lo básico.
Duele saber que tú lo tienes todo pero que la mayoría del mundo no.
Y, contra el dolor de estas características, no hay nada eficaz que trabajar por un mundo más justo, papá.
Palabra de médico.