
Blog_Dra.-Paula (102)
Blog de la Doctora Paula
Medica especializa en Medicina Física y Rehabilitación trabaja en el servicio de Rehabilitación del Hospital Universitario de Fuenlabrada
Vicent
El miércoles 7 recibí un audio de Sor Mabel, la directora, enfermera y fisioterapeuta del Centre de Handicapés de Doba.
“Cantando” colombiano me decía que nos acababan de mandar a un niño que había llegado esa misma mañana a su centro con quemaduras de tercer grado en cara, cuello, brazos, tronco y abdomen. El 30% de superficie corporal. En su torpe caminar se había caído en el fuego que preparan en cada casa para calentarse (ojo que aquí las temperaturas en estas épocas del año oscilan entre 18° de la noche y 40°grados durante el día), pero es su invierno.
- Te agradezco en el alma lo que tú me puedas hacer con ese bebecito, Paula
El pequeño se había pasado 3 semanas en la aldea, supongo que rabiando de dolor, hasta que se decidieron a buscar ayuda “occidental”. Cómo sobrevivió, solo Dios lo sabe. Increíble que no se deshidratara o infectara.
Cuando llegué a la cama que le habían asignado, tuve que contener las lágrimas. Él no hizo nada para ocultarlas, porque fue verme y llorar aterrorizado. Estaba claro que esa iba a ser su reacción así que fui preparada con una chocolatina que no dudó en aceptar con su boquita. Una vez hubo tragado el manjar, volvió al modo llanto.
Las quemaduras de los brazos y manos habían empezado a cicatrizar. Su cuerpito quemado estaba lleno de costras y las articulaciones se habían quedado rígidas en flexión al haber zonas pegadas de piel con piel. El cuello se movía mínimamente. Milagrosamente, su boca, ojos y pestañas estaban intactos. Era lo único que podía hacer. Mover esos ojitos observando lo que ocurría a su alrededor y aceptar de buena gana la comida que se le daba.
Era necesario meterle en quirófano para limpiar todas las costras, movilizarle los hombros, codos y manos para vencer las rigideces y adherencias para posteriormente inmovilizarlos en una posición adecuada para que no volvieran a quedarse rígidos. Después habría que comenzar con las movilizaciones.
El viernes le sedamos e hicimos la cura en quirófano.
- Yo tengo que pensar que es un muñeco para no ponerme a llorar- me decía Javi.
A tres bandas (Javi, Noel y yo) le desbridamos y le vendamos para después inmovilizar sus brazos con ayuda de unos cartones a modo de férulas improvisadas.
No sé por qué, yo no tuve que imaginarme que limpiaba un nenuco. Me centré en la tarea - raspar, quitar costra, lavar con betadine, frotar más y más- mientras rezaba para que no empezara a decaer el efecto de la ketamina. Y, mientras lo limpiaba, pensaba si habría en este país suficientes chocolatinas y globos para ganármelo antes de empezar a moverlo.
Entonces, te lo encomendé.
En nuestra experiencia, a los niños quemados se los suelen llevar a la aldea antes de terminar el tratamiento cuando entienden que el proceso es largo. El pequeño, si salía de esta, quedaría con la cara, brazos, tronco y abdomen blancos, y no sé si la familia y la sociedad llegarían a perdonar esa particularidad física. Además, probablemente iba a quedar con una limitación funcional importante en los miembros superiores.
Ojalá nos dejaran trabajar.
Ojalá evolucionara bien.
Ojalá le dieran una oportunidad al pequeño y no se lo llevaran a morir a la aldea como hicieron con Orphine dos años atrás. Ojalá no le dieran unas hierbas que acabaran con su vida durante su estancia hospitalaria, como le pasó al pequeño Abdel el año pasado
La evolución no fue la esperada. Se intentó. Se le curó a diario y el pequeño se fue apagando hasta que finalmente falleció ayer.
Otro hijo más al que acoger allí arriba, papá. En algo más de dos semanas ya tienes un buen grupete de pequeños haciéndoos compañía. ¿No son preciosos? Cuídamelos anda, y comételos a besos que aquí no han recibido ninguno.
El corazón se te endurece conforme van pasando los años. Cada vez te sorprenden o te espantan menos las cosas. Entiendo que es un mecanismo para poder gestionar lo que vivimos aquí, pero es cierto que a veces me asusta lo serena que estoy en situaciones que hace años me hubieran roto.
No puedo compartir las fotos de este angelito, pero si de su abuela, quien lo acompañó durante todo el ingreso.
Benditas “kakas”.
Aquí y en el mundo entero.
Bébédjia- Bero - Doba - Bébédjia. 13 de febrero de 2024
El hecho de que nuestro proyecto Estudiar en Chad haya crecido tanto implica eso. Desplazamientos bajo un calor infernal para saludar a los ahijados que tenemos en las poblaciones más cercanas en régimen de internado. Hay alguno que se me escapa: los más pequeñitos que son de apoyo nutricional y a los que tenemos en régimen de internado en Sahr y los de Maybombaye, porque quedan muy lejos de Bébédjia y resulta imposible hacer tamaños viajes en el poco tiempo que paso aquí.
Empezamos con 10 niños y ahora mismo tenemos a más de 160 en el programa!
Cada viaje hacemos lo imposible para que yo vea a la mayoría de ellos. A ellos les emociona ver que volvemos porque entienden que les queremos, que nos preocupamos y que seguimos estando allí. Pero el regalo, papá, el regalo me lo hacen a mí. A muchos de ellos los he visto pasar de bebotes a niños y de niños a adolescentes y a unos cuantos, de adolescentes a jóvenes.
No creas que es tarea fácil lo de verlos a todos. Y todavía es más difícil cuidarlos a todos día tras día. Durante estos años han cambiado mucho las situaciones de sus familias: abandonos, fallecimientos de los dos padres, embarazos no deseados, alcoholismo, abusos, violencia…pero ahí están los chiquillos, gracias a nuestra contraparte (maravillosa), sor Laura y sor Guadalupe, a la responsable del proyecto (Cristina) y a todos los que se decidieron a apadrinar (gran parte amigos míos).
¡Pero noooohombre! (Lupita dixit). Si no fuera por este par de mexicanas, esto no funcionaría. Los conocen como solo una madre conoce a un hijo. Los cuidan cuando están enfermos. Se aseguran de que coman, de que estudien, de que tomen sus pastillas, de que laven sus uniformes. Madres. Y madres “bien mucho” amorosas, no creas, aunque cuando toca echar broncas, ahí le dan!
A todo le ponen eso: amor, sal y una pizquita de chile.
El caso es que ahí nos montamos en la Toyota a las 15 horas y estuvimos en danza hasta las 20:30, visitando a unos y otros, echando lagrimillas, compartiendo cafés, fruta y galletas con los misioneros que cuidan de nuestra extensa prole.
En Bero está el internado de San Francisco de Sales con sus 55 niños de primaria. El padre Yves (que es camerunés y habla inglés y bien podría ser modelo - no me mires así, papá. Estoy describiendo) a organizado a los chicos para que nos hagan un baile de bienvenida. Y al final, he recibido hasta un ramo de buganvillas y florecillas del árbol que parece una pata de elefante. Muy estrella yo, cuando los que se han salido han sido ellos.
De ahí pasamos a Doba a recoger a Brillante, Chanceline y Prisca al internado de las Alcantarinas (donde la risueña Marilda nos recibe con noticias regulares que seguro se podrán gestionar) y las llevamos al internado de chicos (San Francisco de sales también, pero de mayores) donde tenemos a mi queridísimo Arnaud (que solo tiene a las hermanas y a Matxalen), Eloi (le ha cambiado la voz!) y el tímido Moise.
Dispersos por el suelo sobre las alfombras plasticosas de aquí yacen los adolescentes y sus cuadernos. Las niñas están con un corte tremendo, sobre todo Vrillante, que ha venido con la equipación de baloncesto amarilla porque la hemos sacado de un entreno. Sin paño ellas se sienten desnudas, aunque a mí me parece que Brillante estaba absolutamente top con su camiseta y pantalón.
Y la guinda para el final. Mi hija Marie Claire, con su cojera que tan bien disimula y su precioso vestido de dibujos geométricos.
- Te quiero, pequeña. Estudia mucho, se responsable, disfruta. On est ensemble.
Vuelvo llorando en silencio, en el asiento trasero de la Toyota. Siempre me pasa cuando veo a Marie Claire.
Ojalá….
Lloro hasta que Laura reproduce en el móvil una canción tipo Bollywood que le chifla a Lupita.
- Ponme la de los indianos, madre…
Esta pareja nunca dejará de sorprenderme.
NB:
Estudiar en Chad es uno de los 3 proyectos de la fundación el Compromiso (usease nosotros). Por orden de aparición tenemos enganchados (el proyecto sanitario de hermanamiento entre el Hospital de Fuenlabrada y Saint Joseph), Estudiar en Chad (el proyecto socio educativo que apoya a los huérfanos de SIDA y, en algún caso, de familias extremadamente vulnerables - como si aquí no fueran todas vulnerables) y el proyecto Femmes en Detresse (mujeres apoyando a mujeres).
Bebotó- Bébédjia, 12 de febrero de 2024
¿Ves como había que venir, papá? Estabas tú también emocionado al ver a los alumnos del ECA (escuela católica asociada) San Kisito de Bebotó formando filas y cantar el himno chadiano mientras se izaba la bandera. Esta escuela ha recibido el premio de la mejor ECA de la región de Logone Oriental, donde estamos. Una ECA tiene la particularidad de que hay 3 grupos de responsables: la iglesia católica (las instalaciones, la dirección, la administración y 3 de los profesores son “suyos”), el estado (paga un maestro) y las familias (que pagan dos maestros más). Los padres también se hacen cargo, junto con los niños, de la limpieza periódica de las instalaciones. Incluso son los responsables de pintar el cole durante las vacaciones.
San Kisito tiene fama de ser una escuela dura y exigente, tanto en el aspecto académico como en el de la higiene y el comportamiento. Los chicos deben acudir rapados (que la tiña aquí es como nuestros piojos, pero sin tratamiento). Las niñas, trenzadas. Todos deben llevar su uniforme completo, salvo los del kinder, que van “de calle” (o sea: andrajosos pero cada uno con lo que le dé la gana). Lo de uniforme completo es un decir, porque a la mayoría les falta algún botón, se les ha roto una sisa o llevan un agujero en el pantalón.
El material escolar: tablillas de pizarra los pequeños, delgados cuadernos los más mayores, un boli bic y un lápiz.
En sexto de primaria hay niños mayorcisimos. No es infrecuente que las misioneras tengan que modificar el “registro civil” de los chicos (imaginaos lo legal que es todo) para rebajar edades (muchos deberían por edad estar terminando la secundaria e incluso el bachillerato).
Las causas de semejantes desbarajustes son múltiples. Por una parte, hay muchos niños a los que no se les escolariza cuando se debe. Hace falta que una misionera (si, la mayoría mujeres) conozcan a los niños de la calle y sean capaces de convencer a las familias para que los matriculen. Muchos de los niños (la mayoría niñas) son utilizadas para las tareas del hogar: encargarse de los hermanos, ir a recoger leña, prender el fuego, preparar la comida, barrer la hojas con sus rudimentarias escobas y lavar la ropa. También deberán hacer “le petit commerce “ en la carretera. Intentarán encontrar unos mangos un poco maduros para vender en la carretera. El eslabón más bajo de los menores son los discapacitados. Los siguientes, los huérfanos. Ninguno de los dos será escolarizado (salvo que se topen con la iglesia, claro)
El otro motivo por el cual llevan taaanto retraso es que la mayoría comenzó en un colegio público. Los colegios públicos, aparte de estar masificados, sufren continuas huelgas por parte de los maestros por los impagos. Este año, por ejemplo, acaba de comenzar el curso en las escuelas y libros públicos porque hasta este momento los funcionarios estaban de huelga. El curso comienza en octubre y termina a finales de mayo…imaginad la formación que reciben.
Si. Sé que te ha encantado verlos frente a la bandera, orgullosos e uniformados, y después en sus aulas donde responden al unísono a las preguntas del profesor. Aunque sean muchos. Aunque vayan hechos un desastre, sucios. Aunque sus tiñosas cabezas te hayan recordado la nefasta situación higiénica y sanitaria que asola al país. Es emocionante pensar que un día, alguno de estos pequeños de la remota escuela de San Kisito pueda iniciar un cambio social en Chad. Aunque sea a costa del esfuerzo, lágrimas, sacrificio, frustración e ingente trabajo de las misioneras que han acabado en este país tan mísero y olvidado.
Y no. No me puedo llevar a ninguno a casa porque lo considerarían un secuestro; recuerda que la adopción está prohibida en Chad. Pero ganas, ganas no me faltan.
Bebotó, 11 de febrero de 2024
No he dormido mal, pero si tuve muchos despertares porque con cada volteo en el camastro, los muelles se me clavaban en un sitio nuevo. Y la novedad, despeja. Me puse el despertador a las 6:30 (los que me conocéis sabéis el sufrimiento padecido…un domingo!) porque teníamos invitado especial para el desayuno: el Obispo de Doba, Monseñor Martin. Casualidades (o diosidades) de la vida, se encontraba por estos lares este fin de semana y, al enterarse que yo estaría de visita aquí, quiso acompañarme. Todos los años nos reunimos un par de veces con él para cambiar impresiones sobre nuestros proyectos en el terreno y este año se estaba complicando el encuentro porque monseñor anda de aquí para allá. La semana que entra viajará a Burkina Faso y no volverá hasta fin de mes. Mi visita, pues, a Bebotó, parece providencial, ya que entre bocado de papaya y sorbito de nescafé conseguimos tener esa reunión que se antojaba imposible en esta ocasión.
La misa del domingo se ha celebrado en una capilla singular. Una cúpula verde formada por las copas de 7 imponentes mangos nos resguardan del sol.
La celebración (enterita en ngambay), ha durado casi dos horas (me imagino el careto de mis adolescentes), y ha estado llena de color y música. Afortunadamente me han prestado un misal en francés para seguir la celebración, porque solo he alcanzado a entender algunos números, “gracias” y la palabra “nya”, que significa mucho.
En las estrechas bancadas de cemento se han ido sentando los habitantes de Bebotó, pero no al tuntún. Las mujeres y los niños, en las bancadas delanteras, pero sin mezclar: las mujeres con las mujeres, las niñas (aplastante mayoría) con las niñas y los chicos con los chicos. Los hombres (salvo los del coro, que también se sientan delante), se colocan en los bancos traseros y en uno de los laterales, pero dejando un espacio libre de personas entre las mujeres, la muchachada y ellos.
Aquí no verás un hombre sentado con una mujer. Tampoco si son marido y mujer. Y si van caminando, la mujer siempre debe ir unos pasos por detrás.
Las mujeres y niñas (¡qué bonitas son las chadianas!) visten coloridos paños, pero los hombres parece que prefieren la ropa occidental de segunda mano. Si, esa ropa vieja o pasada de moda que dejas en un contenedor pensando que irá a parar a familias necesitadas acaba en un contenedor en algún punto de África. En el caso de Chad, los árabes compran la mercancía por kilos (son los únicos que tienen dinero) y la venden en los mercados de de las cuidados grandes y medianas.
Después de la misa, ¡la aventura! A casi una hora de Bebotó se encuentra Bebó, el pueblo donde hay un santuario formado por unas extrañas rocas que fueron la guarida de los primeros misioneros que llegaron a principios del siglo XX. Más tarde, durante la guerra civil de 1965 (que duró hasta el 79), fue la guarida de guerrilleros, y nadie salvo ellos osaba acercarse a las rocas.
La gente de aquí lo llama “la montaña”, y me produce mucha ternura. Aquí todo es tan llano que una roca normalita les parece un ocho mil. Son rocas apetecibles para cualquier amante del boulder, pero no me he venido arriba porque aquí no hay traumatólogos y no me la quería jugar.
El plan ha sido completito. Hemos hecho una hoguera y hemos asado (o, más bien, chamuscado) unos duriiiisimos pedazos de cabra que hemos compartido con un grupejo de niños desarrapados que nos observaba desde la distancia. Unos llevaban tirachinas XXL (para cazar ratas), otros unos cuchillazos más grandes que ellos. Y estaban flipados con nuestra blancura (y eso que Chely y Chayito son bien morenitas) y nuestro acoplamiento campestre con mesas y sillas sacadas del recinto del santuario.
El premio a tamaña intimidación pasiva: un plato de arroz y 9 trozos equitativos de cabra que se han terminado en un santiamén.
Me imaginaba estar con Pablete aquí, recogiendo las ramas y los ladrillos para montar la lumbre sobre una parrilla que ha visto muuuucha cabra muerta a lo largo de estos años. Hemos llevado nuestra neverita sin hielo, claro. Más bien para que lo que estaba dentro no alcanzara los 40° del ambiente. Y ahí hemos estado, platicando sobre nuestras vidas, nuestras familias, sus vocaciones, los problemas de esta sociedad y de la nuestra hasta que ha caído un poco el sol y nos hemos lanzado a “la montaña”. En un par de trepaditas bien fáciles he llegado a una altura suficiente para disfrutar del paisaje del sahel desde lo alto. Las copas de los árboles (casi todas acacias o mangos), la bruma, el polvo del Sáhara en suspensión, focos de incendios controlados, las aves, el sol. Nunca vemos Chad desde esta perspectiva. Ha sido precioso.
Sor Chayito, que parece que tiene tanta vocación de fotógrafa como de misionera, me ha sometido a una sesión de fotos mientras colocaba el móvil en unas posiciones imposibles (e ineficaces, que he tenido que eliminar la mayoría de fotos por estar descentradas o con ramas interpuestas?).
Por cierto. Aviso a los bienhechores de Bebotó: entregué en mano a Sor Chely el dinero que recogimos en septiembre y octubre después de que Sor Chayito se viniera a Chad. 750 euros “extras” que recaen sobre un grupo de niños poco afortunados que tendrán la suerte de continuar sus estudios un año más. Sigue llegando hasta este remoto pueblo la ola solidaria de mis amigos y familia de España.
Gracias ♥
Bébédjia- Bebotó, 10 de febrero de 2024
Llegó el día de encontrarme con las hermanas Guadalupanas de Bebotó, un pueblo recóndito del sur de Chad. Terminada la jornada en Saint Joseph, nos montamos en la recién estrenada Toyota que tiene, todavía, todos los protectores de plástico habidos y por haber: en el símbolo de Toyota del volante, en el display del salpicadero, sobre el cuenta quilómetros y en los parasoles. Llevamos de pasajero a Isidore, un adolescente de unos 16 años que sueña con ser maestro. Es el tercero de 6 hermanos y cuentan las sores que, más que un hermano, es un papá. Se ocupa de que sus tres hermanos pequeños tengan todo lo necesario para ir al colegio, recoge y firma el boletín de notas, los lleva y los trae. Y es uno de los becados de Bebotó.
El camino es por pura pista desde Doba, 59 kilómetros de camino de tierra que se inunda tanto en la época de lluvias que poblaciones como Bebotó se quedan aisaladas durante meses.
Lo primero que encontramos es la zona destinada a los arrozales. Ahora el campo está quemado porque creen que así preparan mejor el terreno para la siembra. Además, los niños aprovechan cuando salen las ratas de sus guaridas para cazarlas con sus tirachinas y poder asegurarse una comida ese día.
Entre arrozal y arrozal hay tumbas, construcciones elevadas acabadas con azulejos. Solo los más ricos se las pueden permitir. Aquí más bien uno cava un hoyo donde sea y ahí mete el cuerpo sin vida del familiar.
A esta zona del sur, más verde y más fértil que el resto del país, se la conoce como el granero de Chad. Los musulmanes dicen que aquí viven los “grupos rebeldes”, pero es porque las tribus africanas originarias de este lugar están en contra del gobierno árabe musulmán que lleva rigiendo el país desde hace años. La realidad es que único conflicto que tienen estos agricultores (conflicto, porque problemas tienen muchos) es con los nómadas que contratan desde el norte para que lleven el ganado hacia el sur. Los animales atraviesan los campos y acaban con las cosechas, por lo que acaban matándose los unos a los otros cada año.
A pesar de que los tienen aislados del resto del país, los árabes llevan sus camiones por esas tortuosas pistas hasta el mercado más grande de esta zona, el de Beboungaye, para poder comprar mijo, arroz, sorgo y penicillaire para vender en sus mercados. Los camiones agrandan surcos y socavones, haciendo el camino intransitable en la época lluviosa.
El día de mercado es el miércoles y hoy solo alcanzo ver las estructuras de madera bajo las que se resguardan del sol las vendedoras y basura, mucha basura por todos los lados.
Llegamos a Bebotó tras 3 horas y media de camino desde Bébédjia donde nos esperan un grupo de chavales, alumnos del colegio de San Kisito, que hacen de jardineros voluntarios en la casa de las hermanas quienes, a cambio, les regalan los frutos de los árboles y material para el cole.
No hay red desde hace un buen rato. Estamos aisladas. Creí que estaría más incómoda por la desconexión, pero la verdad es que estoy encantada. Como si estuviera en un retiro espiritual.
Mi habitación es austera, con una “regadera” que funciona, un lavabo con luz, una cama con almohada de consistencia pétrea, una mosquitera y un par de mesas. En todas las estancias hay bidones de agua porque las hermanas pasaron 3 años, ni más ni menos, sin agua por problemas con las tuberías y todavía, a día de hoy, les vuelve a pasar de cuando en cuando. Deben entonces ir a un pozo, sacar todo el agua que puedan y almacenarla.
El día termina con mucha plática y tres partidas de Rummy, con Sor Chely invicta.
Los muelles del colchón me recuerdan que no estoy en mi chambre pero caigo rendida a pesar de los mismos y del ruido que hacen los búhos que viven sobre el techo que mantienen a raya a las ratas que se escuchan correr en cualquier edificio del Chad.
Y noto que estas aquí, papá.
Bébédjia, a 9 de febrero de 2024
Madame McGyver
Contra todo pronóstico y, seguramente, previa insuflación de una inspiración divina, aquí la nasara escuálida ha arreglado el concentrador de oxígeno azul.
¿Cómo os quedáis?
He apretado el bote por aquí y por allá, he quitado los trozos de guante que pretendían, sin éxito, asegurar el sellado, he movido el tubo y…TACHAN!!! Le concentrateur d'oxygène fonctionne!!!
INCREÍBLE! Y no creáis que he estado mucho tiempo, no…menos de 5 minutillos.
Claro, que me he creado una fama y acaban de venir del paritorio para que les arregle el suyo. A ver si recibo ración doble de esa inspiración y consigo apañarlo.
Y como las alegrías tampoco vienen solas y quiero dejaros un buen sabor de boca para el finde, sabed que los dos oximetros de mesa han sido reparados en Doba!
Solo había que decir que estaban estropeados y llevarlos a que lo arreglaran.
Pas mal, no?
Mañana sábado viajaré a Bebotó para visitar la escuela de las hermanas Guadalupanas para las que hicimos esa súper colecta en septiembre. Participasteis muchos, muchísimos: amigos, las hermanas de emaus del Carmen, mi parroquia Santo Tomás Moro, vecinos… qué menos que mandaros alguna foto desde allí ¿no?
Probablemente estaré un par de días sin conexión (que aquello es la pura brousse) pero ahí estarán Chely y Chayito (y tu, papá) para mimarme.
Bon week-end!
Bébédjia, a 8 de febrero de 2024
Papá, gracias por acoger con tanto amor al recién nacido y al malnutrido de la sala de cuidados intensivos. Se veía venir. Estaban tan malitos y eran tan frágiles!
Ya ves que pronto se han rellenado los huecos que dejaron sus cuerpecitos. La niña que está en la cama donde estaba el malnutrido venía tan hinchada que apenas se podían adivinar sus rasgos. Estaba en una habitación normal hasta que ha comenzado a convulsionar. Sería importante hacerle más pruebas pero la madre no tiene con qué pagarlas. Sigo las indicaciones de Marimar que nos va guiando desde España. Ella sabe bien los medios de que disponemos así que no pide imposibles. A pesar de las convulsiones, la he visto mejor al final del día.
La siguiente camilla de la derecha y la del centro siguen con los mismos inquilinos. Y, ocupando la camilla del recién nacido que se fue contigo ayer, hay otro recién nacido que mandan desde la maternidad y un bebé que, con un mes de vida, ya tiene cicatrices de las escarificaciones abdominales que le han hecho los curanderos tradicionales. Los cortes longitudinales están perfectamente cicatrizados (se los harían a los pocos días de vida) y todo parece indicar que sería para calmar unos posibles cólicos abdominales, aunque ahora el pobrecito (que se llama Ange para más inri) tiene de todo. La madre es joven (como todas aquí) y evita mirarme a los ojos cuando le pregunto que por qué le hicieron esos cortes.
Mahamat sigue igual. Cada vez más espástico y con dolor en cuanto le intentas movilizar el cuello o los brazos. Lo he empezado a tratar, y también a la pequeña de la camilla central que, por fin, dejó de convulsionar ayer. Poco a poco (saen saen como dicen aquí).
Además, tengo otros dos casos tremendos que acaban de llegar (si, ya sé que los has visto).
No te preocupes por mi gastroenteritis. Es el episodio de rigor de la segunda semana en Chad. Con el mix de medicamentos que he tomado, esto estará superado en menos que canta un gallo (gallo que, por cierto, empieza su canto a las 4 de la madrugada) .
Vigílame a los peques por la noche.
Y sigue cuidando de mamá.
Ambakr ♥
Bébédjia, a 7 de febrero de 2024
La sala de cuidados intensivos pediátricos está cada vez más llena. Las camillas están pegadas a la pared, y en cada una se pueden acostar 2 o 3 pacientes. Hay dos en la derecha,
tres en la izquierda y una en el centro. Y la incabudora, en la pared de la puerta. Ahora es amplia y más luminosa. Antes de la obra que hicimos, esta sala era un angosto cuartillo donde se amontonaban vas camillas, los niños, las cazuelas, las madres, los concentradores, las bolsas de transfusión. El aire era irrespirable. Los paños sobre los que echan a los niños huelen a orina, heces, leche materna. Y hace calor.
En época de lluvias tenías que mirar donde pisabas y no era raro encontrarse algún niño en el suelo, en brazos de su madre (por falta de espacio en las camillas, no porque tengan ese reflejo de abrazar al niño enfermo) ya fallecido.
Anoche estaban todas las camillas ocupadas por niños menores de dos años. A la derecha, un bebé, malnutrido agudo severo, remitido desde el Centre de Handicapes de Doba para que se obrara el milagro aquí. Muy mala pinta. En la siguiente camilla un niño con insuficiencia respiratoria. En el centro una niña de unos 10 meses que lleva convulsionando desde hace una semana. Un paludismo cerebral que podré empezar a tratar una vez se estabilice un poco.
El la pared de la izquierda, otra neumonía, un recién nacido de anoche al que hubo que reanimar y, finalmente, el pobre Mahamat, que llegó con una quemadura en la mejilla, pútrida. Parece que la herida ha causado una infección diseminada y ahora también tiene neumonía , un absceso cerebral y (cómo no), malaria.
La incubadora antediluviana (a la que algunos llamamos cajita de muertos) está situada en la pared donde está la puerta.
Tres niños con necesidad de concentrador de oxígeno, pero solo hay dos tomas.
Los enfermeros están tranquilos. Lo hacen todo despacio, como si quisieran ahorrar energía para prepararse para la estación lluviosa donde todos están sobrepasados.
Cada noche nos acercamos a llevar comida a las familias que no tienen nada que llevarse a la boca. Los enfermeros saben siempre quien la necesita.
El personal de guardia duerme en el suelo del control de enfermería, con sus mosquiteras, sobre un delgado colchón.
De fondo, la niña de la cama 47 rompe el silencio nocturno con sus gritos de dolor. No hay nada que le calme, y hemos probado de todo (de todo lo que hay aquí, claro).
Si, papá: esta es la foto de un mes muy bueno en la urgencia.
Vendrán historias más bonitas.
LoveU
Bébédjia, a 6 de febrero de 2024
Como aquí el barco siempre hace aguas por algún lado, mi alegría es subtotal. Hay más horas de luz, se responde a las demandas extraordinarias pero apenas hay aparatos que enchufar…
No funcionan los monitores (hay dos) para comprobar la saturación. Cuando pregunté que cuándo habían dejado de funcionar, obtuve la respuesta que hacía que a Elisabeth se le fundieran los plomos una y otra vez:
- DEPUIS.
- Mais… depuis quand?
- DEPUIS- DEPUIS
O sea….hace tanto que ya ni me acuerdo.
Pero nadie dijo nada. Si lo hubieran hecho, habríamos venido con al menos uno.
El año pasado trajimos una decena de pulsioximetros pediátricos y ahora solo hay uno de adultos para toda la pediatría. De poco sirve cuando los deditos pertenecen a un prematuro de menos de un kilo y medio.
Hoy, en un intento (absurdo) de averiguar qué les pasa a los monitores (yo, que todavía no entiendo el calentador de mi casa) he dejado sin luz 3 veces la pediatría.
Pero ahí no termina la cosa. Ayer descubrí que dos de los concentradores de la sala (escondidos bajo sus fundas), tampoco funcionan (no tienen botellas, no encienden…) . Os preguntaréis (como yo) desde hace cuánto. Pues eso. Depuis depuis.
Como las desgracias nunca vienen solas, hoy también se ha estropeado uno de los concentradores que sobrevivía. Una de las conexiones no sella bien y hemos estado un rato intentando amarrar trozos de guante para que el oxígeno llegue al extremo de las gafas nasales. Ni modo. Haría falta una brida. Cuando he ido a buscar una al dépôt, Jean Paul y Rosengar (conductor y jefe de mantenimiento respectivamente) se han mirado y han comenzado a reír. Por lo visto una brida no es algo que se pueda encontrar en cualquier lado. Esta piececilla de plástico podríamos encontrarla en Doba (a 35 kilómetros) aunque para asegurarnos, habría que ir a Mondou (a 65), y aún así dudan que encontrara una del tamaño que quiero.
Bref. Que no hay monitores y solo queda un concentrador útil que tiene dos salidas. No estamos en época de lluvia y con uno, por el momento, nos apañamos (cambiándolo de un paciente a otro en función del estado) pero pronto la cosa empeorará y se saturará la pediatría con 15 o más niños con necesidades de oxígeno. ¿Qué harán entonces? ¿Lo utilizarán con los dos niños más graves o con dos que tengan posibilidades? Espero no encontrarme con esa disyuntiva estos días.
Mi sueño de hoy: que alguien que pase por Doba o Mondou encuentre una brida del tamaño perfecto y nos la traiga.
Enchúfanos, papá.
Y no te desesperes. Ça va aller.
Bébédjia, 5 de febrero de 2024
Anoche, antes de acostarnos, pasamos por la pediatría para dejar comida para las familias que lo necesitan (costumbre adquirida desde 2017) y para revisar a los peques. Había 5 niños en la sala de cuidados intensivos. Un prematuro, el resto menores de 2 años. Eran las 23 horas y había luz. Y 3 de los 5 niños, recibían oxígeno de los concentradores. A pesar de eso, el más pequeño de los 5 se fue al cielo contigo esa madrugada, papá. La unidad de cuidados intensivos de Saint Joseph dista mucho de parecerse a una de las nuestras y son pocos los prematuros que lo logran. Hace algunos años hubo una pequeñina de un kilo, huérfana de padre (y, desde el parto, de madre también), que sobrevivió contra todo pronóstico a pesar de las numerosas malarias que padeció a lo largo de su ingreso (que duró, creo recordar, unos 6 meses). Nació el día de Reyes y Sor Lourdes la llamó Epifanía. Algún día te contaré su historia, papá.
Me confirman Pelagie y Sebou que las cosas han cambiado mucho desde que hay baterías nuevas y se renovó la instalación eléctrica para individualizar las diferentes zonas del hospital. Aunque siguen siendo escasas las horas de luz cuando pensamos que se trata de un hospital, siempre que hace falta poner a funcionar un concentrador de oxígeno en la pediatría (sea la hora que sea), se pone. Fue el compromiso que adquirió el director médico de Saint Joseph cuando le dije que se trataba de una condición sine qua non para que yo buscara ayuda financiera para comprar baterías nuevas para la fotovoltaica, el traslado de las mismas a Chad (tarea siempre colosal), la instalación de las mismas, la modernización de la instalación eléctrica y la supervisión de los equipos. Inicialmente se enfadó conmigo. ¿Todo ese dinero para salvar a unos niños? ¿Y qué pasa con los adultos? El niño pequeño importa (y aporta) tan poco…
Yo entiendo que si fallecen los adultos, todo se desmorona. Que si nadie trabaja no habrá nada que llevarse a la boca, pero es que en este país la jerarquía es tan radical! Los menores de 5 años son absolutamente vulnerables y están desprotegidos. Son la casta inferior.
En ese pulso que mantuvimos el director y yo, ganamos ambos. Ahora mueren menos niños por falta de electricidad (o más bien tienen más posibilidades de salir), pero también se benefician los adultos. De hecho, siempre que viene un caso urgente que requiera intervención, se hace la luz. El hospital, en general, funciona mucho mejor.
La Fundación Juan Entrecanales de Azcarate nos concendió la ayuda que redujo a la mitad la factura, el grupo ENARA nos donó otro tanto otra y la empresa Cargo Services asumió el coste del traslado del contenedor hasta Saint Joseph. La Fundación EKI nos financió la compra a 10 años y sus ingenieros ayudaron a los técnicos locales a la puesta en marcha.
Un retraso en la llegada del contenedor el año pasado impidió que fuera testigo del cambio.
Y ahora, por fin, puedo ver los frutos. 6 años después de que iniciara la batalla contra la oscuridad, se empiezan a ver los resultados. ¡6 años!
Chad me ha enseñado a ser paciente (mucho), a no frustrarme y a tener objetivos realistas. A no olvidar que en este país se vive la mitad del día a oscuras, que culturas diferentes entienden la vida de modo diferente y tienen necesidades diferentes. A no juzgar, a aceptar cosas que antes de parecían aberrantes.
Y aunque estoy feliz, siempre me parecerá insuficiente.
¿Se vienen cositas? Se vienen cositas. Ya tengo un nuevo proyecto en la cabeza. Bueno, dos.
Te dejo con este buen sabor de boca para que disfrutes de tu sueño celestial.
Hasta mañana, papá
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Bébédjia, 4 de febrero de 2024
Me encantan los domingos (creo que así empieza al menos un día del diario de cada año ?).
No poner el despertador. Hacer todas las cosas despacio. Desayunar sin prisa.
Tomar una taza de café hecha en la cafetera que traje hace 3 años.
Tostar un poco de pan chicloso y mejorarlo con un poco de jamón ibérico. Tomarme una segunda taza de café.
Recoger la chambre.
Lavar la ropa.
Hacer la compra.
Si a ese planazo (guiño a mi amiga Cristina Cardenal) le añades una invitación para comer, para qué queremos más. Las anfitrionas han sido las sores mexicanas, Laura y Guadalupe, que son nuestra contraparte del proyecto de Estudiar en Chad, encargadas del seguimiento de los enfermos de VIH del municipio y de los huérfanos que estos han ido dejando, a los que tenemos apadrinados a través de la Fundación. Me encantaría que los padrinos pudieran venir a ver cómo están sus ahijados. Cómo crecen, cómo maduran, cómo superan los cursos. Es un privilegio ser testigo directo de este proceso, poder contároslo y enviaros, una vez en España, las fotos de vuestros pequeños (y no tan pequeños).
Son muy pocos los que han fallecido (hito milagroso aquí) y limitado el grupo que sale del programa (por cambios de domicilio, embarazos, matrimonios forzosos o abandono de la escuela).
Uno de nuestros abandonos fue el de Santa, una de las primeras niñas apadrinadas, antes de que Estudiar en Chad fuera proyecto como tal. Hija de Cristina, tiene una ristra de hermanos que van entrando en el programa conforme nacen. Mbay, Grace, Jean Baptiste, Christophe, Jean Paul (Yanpolito para los amigos) y Nelom Marina, la benjamina.
Santa, una belleza chadiana de semblante serio y porte elegante, abandonó el programa de apadrinamiento cuando desapareció el año pasado. Se había marchado a Mondou, probablemente siguiendo a un hombre maduro y llegamos a sospechar que podría haberse dedicado a buscarse la vida haciéndose valer de su gran atractivo (dato nunca confirmado). El caso es que siempre temimos que volviera embarazada o infectada (si volvía, claro).
Imaginaos mi alegría (tú lo has visto, papá) cuando me he encontrado con ella hoy.
Preciosa, con su vientre plano y el uniforme de su grupo de catequesis.
Volvió este curso y vuelve a estar escolarizada. Esta tarde hemos estado con ella en la fiesta de los niños en la parroquia, un conciertazo en el que han participado todos los grupos de niños que forman sus hermandades (tipo scouts) en Nuestra Señora de la Paz.
Tres horas de espectáculo donde se nos han ido adhiriendo (literal) niños y más niños (qué calorcito humano), fascinados con nuestra blancura, nuestros vídeos y los selfies que demandaban una y otra vez.
Niños felices y orgullosos que han cantado y bailado al ritmo de los tambores, y allí no había ningún padre o madre disfrutando del arte de sus pequeños. Igualito que en España, ¿verdad? Sale tu hijo en la obra del cole de triste árbol estático y hay una grabación de 10 minutos y enemil fotos del antes, del durante y del después.
De testigos estábamos las hermanas, los sacerdotes, los catequistas y nosotros, que hemos hecho vídeos, fotos, e incluso intentado hacer una ola (pero el concepto no ha calado, que aquí nadie conoce el mar).
Sé que ha habido demasiado contacto para ti, papá, pero te he visto disfrutando desde lo alto (aunque te cueste reconocerlo).
Un domingo precioso.
Mucho por lo que dar gracias hoy.
Beré
Bébédjia, 2 de febrero de 2024
Amanece fresco en Bébédjia. No sé muy bien a qué temperatura estamos porque sigo sin datos. Estar incomunicado más de 24 horas: un sueño en el primer mundo, una pesadilla en Chad. Sobre todo cuando tienes que dar señales de vida.
Anoche me quedé dormida en cuanto mi cuerpo rozó el colchón. Andaba yo con sueños vívidos cuando, a las 3 de la mañana, se encendió la luz. Aquí suelo dormir con antifaz, no solo porque amanece a las 5:30 (y soy de las que necesita dormir en la negritud total), sino porque me protejo de las picaduras. Claro está que el antifaz se mantiene en su sitio la primera hora de sueño. A la tercera vuelta en la cama comienza su caprichoso viaje hacia la cabecera o hacia los pies.
A lo que iba. Cuando me acosté no había electricidad , así que se me olvidó apagar el interruptor. Se hizo la luz a las 3 de la madrugada y me desperté. Había que hacer dos cesáreas urgentes y uno de los bebés necesitaba oxígeno. Desde que cambiamos las baterías de la fotovoltaica, ya no se escatima tanto con las cirugías urgentes. También se está respetando lo de la luz en caso de necesidad en la pediatría. En un país donde la vida de los niños vale tan poco, ha costado mucho que comprendieran que hay que echar el resto para que sobrevivan. Aunque se trate de un recién nacido, todavía un “embá”, sin nombre y dependiente de los cuidados de su madre. Y no productivo. En este sentido, más que dos mundos parecen dos planetas distintos. Nuestra vida gira en torno a los niños. Aquí, el adulto es el protagonista.
En el pase de visita por la sala de cuidados intensivos pediátricos el pequeño había muerto, pero como no tenía el oxímetro puesto (se ha averiado y no logran repararlo), nadie se había dado cuenta. Otro año un estreno duro.
Por lo demás la pediatría está tranquila. Hay 38 niños ingresados, de los cuales 15 son malnutridos. Nada que ver con la época de lluvias. Ninguno con secuelas neurologicas por el momento.
Ya sé que te ha parecido que había muchísimos enfermeros. Son la primera promoción de estudiantes de la recién inaugurado “campus” de Ciencias de la Salud de la Université Catholique d’ Afrique Centrale, que está al otro lado de la carretera del hospital. Aquí se forma la primera promoción de matronas, enfermeros y técnicos de laboratorio de la UCA de Bébédjia . ¡Saint Joseph se ha convertido en un hospital universitario!
Este año veo pocos familiares de pacientes en el recinto, pero en cuanto se enteren de que el cirujano nasara ha venido a operar, estará de bote en bote.
Lo mejor del día: los abrazos de mis compañeros de Saint Joseph, la visita de Rambeye, escuchar como los niños de la carretera me llaman por mi nombre, la pizza de cabra, la compañía alocada de Javi y la recuperación de datos móviles esta tarde.
La guinda: leer los mensajes de mamá y escuchar los audios de Jon y Marina justo antes de apagar la linterna.
Masaa al-kheir, abú ♥
N’ Djamena- Bébédjia , 1 de febrero de 2024
La rapidez con la que salimos del aeropuerto ayer, sin discusiones con la policía ni apertura de maletas, no fue casualidad. Se nota que viajas con nosotros, papá.
Se notó anoche, cuando cenamos tan bien en ese chino con un grupo ecléctico de trabajadores de la Unión Europea, compañeros de Sandra (a la que tuvimos la suerte de conocer en 2022). Los españoles aportaron un Protos y un Cune, que saben a gloria cuando estás lejos de casa.
Se notó esta mañana, cuando conseguimos localizar el móvil extraviado de Javi. Tarea titánica por otra parte, ya que ninguno teníamos datos para avisar a nuestra amiga Sandra de lo sucedido y esta mañana nos quedamos sin luz en el centro de acogida. Y no luz igual a no wifi.
Ha sido un regalo (del cielo) volver a coincidir con Sor Raffaella, a quien despedimos de Saint Joseph hace 5 años y que, magiapotagia, ha venido de viaje con nosotros hasta Bébédjia. Vuelve a Chad esta italiana de ojos claros, aunque en una misión un poco más recóndita, en un dispensario en plena brousse. Qué afortunados los de Laï…
Es cierto que lo de Raffaella ha sido un imprevisto maravilloso a la par que horroroso, porque, una vez más, me ha tocado compartir asiento delantero de la Toyota.
Milagrosamente (otra vez, tu) hemos cabido en la jeepeta Raffaela, Javi, Nuria y Javu (farmacéuticos del Alto), Jean Paul (conductor), 12 maletas, 2 macutos, 6 mochilas, una lavadora y servidora.
11 horas compartiendo dolor de piernas y glúteos , sudor e incomodidad. Pero oye, que hemos llegado a Saint Joseph sanos y salvos. Se ha vuelto a notar que estabas allí.
Estabas continuamente mirando el cuentakilómetros -tu versión celestial sigue siendo igual de temerosa y prudente - así que has podido comprobar que en los tramos más “salvajes” del camino íbamos a 20 km/hora y en los más potables entre 60 y 90.
En Saint Joseph nos esperaban los cooperantes de Ilumináfrica (6 ni más ni menos…hoy dormimos apiñados), sor Pilar, Sor Nunci y el director, Samuel. Y paseando por por la carretera antes de cenar me he encontrado a Chantal, una de nuestras niñas del proyecto que, lamentablemente, se ha quedado muy pequeña por la malnutrición.
¿Recuerdas? Su madre Rambeye se recuperó milagrosamente de una mielitis hace unos años. Es hermana de Eloi y Olive, los que jugaban con el globo verde hace ya unos años en nuestro recinto. Tengo una foto en mi Instagram de ese momento….
En fin…que no ha pasado mucho más hoy.
Estoy feliz y agotada. Volver a casa sabe a cerveza 33 en La Petrolier y a tortilla de patata de Jeanette.
Ya estoy impregnada en relec, en mi crisálida, deseando dormir del tirón esta noche.
Te quiero.
Madrid, 31 de enero de 2024
No vamos a negar que el madrugón ha sido INFERNAL después de 3 horas de sueño CERO reparadoras. Nada que no solucione un café.
Voy paseando el palmito por los aeropuertos de Madrid y Paris con el macuto de 13 kilos, mochila de 5.5 kg, la almohada y el collarín de viaje…a lo que he añadido una bolsa con un par de Bordeaux (gracias por inspirarme, papá) con los que espero brindaremos un día alegre…mejor eso que ahogar penas. Parezco una mula de carga.
De nada han servido los entrenos del lunes y martes. Soy una piltrafa humana y todavía queda lo mejor ?.
Afortunadamente, ya estamos sentaditos en el avión que nos llevará a N’Djamena. A escasos 40 cm, un display lleno de pelis y series. Javi a mi izquierda. Nadie a mi derecha. Pinta bien.
Me llega también un artículo que ha publicado servimedia.
Bien.
A tout!!!