Bébédjia, a 5 de febrero de 2023
Amanecí sin voz pero con todísimas las ganas de hablar. No sólo estoy muda. Me acompaña una tos perruna que aleja hasta a los más valientes. Difícil abrazar a diestro y siniestro (y mira que me gustan los abrazos, pero hay que contarse cuando el modo infectocontagioso is ON).
Parece imposible que ya haya pasado un año. Bébédjia ha cambiado poco. La misma carretera, el lento ir y venir de la gente por sus orillas, la tierra roja, los árboles de mango con sus frutos todavía inmaduros, los niños que te llaman “nazara” desde lo lejos para captar tu atención, las cabras, gallinas y cerdos libres, comiendo Dios sabe qué del suelo (porque sólo hay tierra y basura), el puesto de la madre de Eveline, la tiendita de Abakar y la de Abdel (que me gusta más), el Amikal, las pequeñas montañas de ceniza por aquí y por allá, el mercado…
Hace mucho calor para la época del año en la que estamos. Mucho más que el año pasado. El calentamiento global es, efectivamente, global.
Parece que van a abrir la gasolinera que cerró antes de que yo pusiera un pie en esta tierra. Mientras tanto, los pequeños comerciantes siguen ofreciendo sus botellas rellenas del preciado líquido.
Han abierto una nueva discoteca que se llama Facebook. Dicen que la música es buena y es algo más chic que la corrala de La Petrolier.
Prometo ampliar la información a este respecto.
Y aunque el escenario sigue más o menos como lo dejamos hace algo menos de un año, han cambiado alguna de las actrices principales.
En la casa de las Combonianas hay nuevas caras. Sor Susan, Ugandesa, ha venido a tomarle el relevo a Sor Elisabeth, que se retira de la cancha de juego (merecidisimamente) durante un tiempo todavía por determinar. Es mucho más tranquila que la brava italiana, pero es cercana, amable y parece que aprende rápido (no le queda otra a la pobre). La presión supongo que será inmensa. Cómo sustituir a la doctora que ejerce de ginecóloga, cirujana general, traumatóloga, uróloga, internista, pediatra y radióloga? Je ne sais pas, vraiment. On verá.
Sor Pilar volverá en unos días de Congo y Delphine ya se marchó a Italia. Parece que Marie la seguirá en un mes. Ambas deben seguir su formación antes de realizar los votos definitivos.
En casa de las mexicanas también hay sangre nueva. A Sor Laura ya la conocíamos del año pasado. Había llegado 4 meses antes que nosotros con su sonrisa gigante y sincera, sus ganas y sus nulos conocimientos en francés. Se ha hecho con los niños de la APMS y parece seguir contenta. Ines y Teresa se han marchado, y ha llegado una hermana que se llama Guadalupe que me ha requetechiflado. Es de esas personas que sonríen con los ojos que a mi me gustan tanto. Simpática, divertida y sobrepasada por el francés (ella ni papa tampoco). Nos han invitado a un licuado de concentrado de hibisco, limón y apio que Jose quiere plagiar desde ya, aunque sin licuadora no veo cómo se va a apañar. Y sin apio, que yo no he visto ninguno en el mercado. Y sin frigorífico que funcione 24/7.
El hermano Jesuita que operaba en Goundi se ha marchado, así que ahora también vienen a Saint Joseph los pacientes de esa parte del país. La Cirugía, a tope.
Llegaron 3 médicos recién licenciados hace unos días, pero lamentablemente uno de ellos (el que parecía tener más habilidad con el bisturí) ya ha causado “alta voluntaria” (por no decir que se ha fugado tras firmar el contrato) porque quiere quedarse en la capital. Qué difícil es la fidelización de los médicos aquí. O los integra el estado, o se marchan a ciudades más grandes o incluso a otros países para hacer la especialidad (normal por otra parte) o les contrata una gran ONG. Elisabeth está que trina. Solo espera que los otros dos duren un poquito más.
Mañana nos esperan a las 7 de la mañana para iniciar la semana. Conoceremos a los nuevos médicos y Jose, Rocio y María Jesús podrán tomar el pulso al Saint Joseph.
Un abrazo a todos.
No os hagáis los remolones que a vosotros no os contagio y me encantan los achuchones.