Emmanuel est parti.
Lo primero que hice esta mañana es ir a buscarle a su camilla. Quería regalarle unas caricias para desayunar. Pero ya se había ido.
Dios se lo llevó a su lado durante la noche. Ya había sufrido demasiado su hijo. Y ya había cumplido su cometido en este mundo.
Personas que no lo conocían, rezaron, lloraron, lo quisieron.
Corazones sacudidos salieron de su tibieza. ¡Tantos quisieron apadrinarlo!
Padres que amaron más que nunca a sus hijos. Madres que los observaron dormir cada noche, embelesadas.
Besos, abrazos, achuchones, juegos en familia.
Alcanzó almas de grandes y pequeños: ¡Que suerte tenemos! ¡Gracias por tanto!
Ya tenemos otro angel en el cielo.
Vete a buscar a Survi, pequeño.
Que tus regalos sean eternos, Emmanuel.
Que nunca te olvidemos.