Bébédjia, 26 de enero de 2022
“Janvier”
Es así como lo llaman aquí. Les cuesta la jota, como a la mayoría de personas que no hablan castellano.
Es la quinta misión del Dr. De la Torre y la cuarta conmigo como compañera. Ganándose el cielo, el pobre. No sé muy bien cómo me sentiría si él no me acompañara. No conozco el Chad sin Javier.
Vivir esto es como participar en un reality, pero quitando todo lo feo (que es mucho) de este formato. No hay competición, somos equipo. Aprendemos los unos de los otros y nos acompañamos en los momentos malos, en los peores y en los geniales. Compartimos mesa, pacientes, dinero, escoba, cerveza y la alfombra de 6 plazas donde escuchamos música y admiramos las estrellas en este lugar sin contaminación lumínica.
Aquí yo lo llamo “le koró” - el jefe- y nuestros compañeros de aquí se mueren de risa cuando lo llamo así, pero en realidad es eso. El jefe quitándole los atributos tiranos, el veterano, el hermano mayor que a veces gruñe, pero cada vez menos, la verdad. El dice que gruñe menos porque nos estamos portando mejor, lo que significa que nos hemos llegado a portar mal. Yo creo que soy un angelito siempre, pero él sabrá.
Todos los años curra como el que más, pero este se está llevando la palma.
El pobre no para de operar, ¡hay lista de espera quirúrgica en Saint Joseph!
Se enfunda su pijama, se pone su delantal de plástico (gracias al cual pierde unos kilos de líquido cada día) y se mete en faena desde primera hora.
Pero no solo opera. Con paciencia y a pesar de las limitaciones - nada tiene que ver éste quirófano. con los de nuestro hospital- explica al Dr. Rodrigue, paso a paso, cada técnica, cada cirugía. Se trata de compartir conocimientos y acompañar. Eso libera a Elisabeth. Y digo libera pero en realidad lo que consigue es sacarla del quirófano para que pueda dedicarse a hacer ecografías, drenajes torácicos o gestionar el continuo goteo de pacientes que buscan su buen hacer.
Y por las tardes o por la noche, aunque Elisabeth sea la primera llamada, Javier toma las riendas para que ella pueda descansar u orar, lujos que no puede permitirse cuando no hay otro cirujano por aquí. Su sensatez, prudencia y experiencia le permiten ayudar a Elisabeth a tomar decisiones; otra mochila fuera para ella.
Han pasado 5 años desde nuestro primer viaje “ensemble”, y puedo confirmar que nuestro koró sigue siendo un ser humano generoso, bromista, trabajador, divertido y maravilloso.
Y a pesar de que la convivencia en nuestro rincón africano puede llegar a ser intensita, ha sobrevivido nuestra amistad. Hasta ha crecido yo diría.